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Mostrando entradas de agosto, 2014

Lo que dice mi hijo

Los dos años son una edad fantástica. Sé que tienen esas rabietas espantosas, se creen el ombligo del universo, están siempre poniendo a prueba los límites, se empeñan en subrayar su independencia a todas horas y compartir sus propiedades es algo que no entra en la ecuación. He leído en algún lugar que esta etapa no es más que la versión infantil de la adolescencia, sólo que sin espinillas ni botellón. Pues a pesar de todo eso, me encanta esta fase.

Agotada pero orgullosa

La Operación Quitar el Pañal del mayor y el inicio de los cereales del bebé me tienen absorbido el tiempo. El cuarto de baño se ha convertido en el nuevo cuarto de juegos, lleno de libros y juguetes, y me paso el día lavando baberos y calzonzillos. Pero el trabajo empieza a dar sus frutos: ambos comienzan a acostumbrarse a sus nuevas rutinas

Primer día sin pañal: la jornada más larga

Pues sí. Ha sido un día muy laaaaaaargo. Teníamos que haber quitado el pañal al mayor a principios de verano, pero, como acababa de tener un hermanito, decidimos posponerlo un poco para que no hubiera tantos cambios de golpe. Luego vinieron las vacaciones y, claro, no era cosa de empezar en otra casa y con otras rutinas. Y volvimos de las vacaciones. Reconozco que estaba aterrada con empezar a quitar el pañal y lo he ido retrasando: un día a comprar el orinal, otra los calzoncillos, mucha charla con el niño sobre el nuevo proceso... Y ya hoy he visto que no podía seguir posponiéndolo, así que antes del desayuno le he puesto sus primeros calzoncillos.

¿Le doy ya al bebé cereales?

En la última revisión la pediatra me recomendó empezar ya con los cereales. Me parece un poco temprano, ya que tiene cuatro meses, pero, como el bebé ha sido prematuro, supongo que el protocolo será correcto. Pero el pequeño no parece estar de acuerdo.  Lo intenté antes del puente, pero la tetina, indicada para seis meses, daba un flujo excesivo. En el pueblo he comprado una específica para cuatro meses, pero tampoco sirve. El bebé llora desesperado, lo escupe, se atraganta... un número.  Y yo, sufriendo y nerviosa.

Dar el pecho en un rooftop de Manhattan

Volver a casa ha supuesto la vuelta a muchas rutinas, pero aún parece que estamos de vacaciones. Nuestros horarios siguen un tanto descontrolados y seguimos acostándonos tarde: una visita a mis padres que se alarga más de la cuenta, una cena en casa con unos amigos que se van de vacaciones... Cada día un pequeño extra que no hacemos habitualmente entre semana. Pero bastante tenemos con el regreso de mi marido al trabajo, el calor, la montaña de ropa para lavar y planchar, hacer una gran compra porque se quedó la nevera vacía... Además, yo continúo con los extraños horarios propios de cualquier madre con un bebé lactante

Ayer sin internet, hoy sin playa

Más de una semana sin escribir, pero esta vez no ha sido culpa de mi inconstancia. Simplemente me quedé sin internet. Parece increíble poder sobrevivir sin conexión durante una semana, pero resulta que, ¿adivinan?, se puede. Resulta que aún es posible vivir sin consultar el periódico online, sin leer los posts de tus bloggers favoritos y sin escribir en el tuyo. Resulta que aún es posible vivir sin facebookear  y sin twittear, sin ver videos en youtube, sin consultar el correo, sin buscar una receta en la red, sin googlear  cualquier duda que se nos presente... En fin, para lo que cada uno utilice internet.

Manda huevos

Imagínense la escena. Una playa del Mediterráneo atestada de bañistas, la mayoría familias con niños y personas mayores. En la orilla chapotea un niño de dos años, muy mono y con cara de no haber roto un plato en su vida. Y, de repente, el niño empieza a gritar "¡se me han roto los huevos, se me han roto los huevos!" Sí, es mi hijo. Sí, yo soy la mujer que le persigue, colorada como un tomate, chistándole para que baje la voz. Y así llevamos todas las vacaciones.

"Las tres bodas de Manolita", de Almudena Grandes

Celos que quitan el hambre

El mayor empieza a comer de nuevo. Siempre ha comido estupendamente (aunque algo remolón para la fruta), pero desde que el bebé llegó a casa se ha vuelto muy difícil conseguir que haga una comida completa.