Los dos años son una edad fantástica. Sé que tienen esas rabietas espantosas, se creen el ombligo del universo, están siempre poniendo a prueba los límites, se empeñan en subrayar su independencia a todas horas y compartir sus propiedades es algo que no entra en la ecuación. He leído en algún lugar que esta etapa no es más que la versión infantil de la adolescencia, sólo que sin espinillas ni botellón. Pues a pesar de todo eso, me encanta esta fase.
Blog sobre maternidad y literatura infantil