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Mi hijo no quiere desayunar: ¿qué puedo hacer?

Según un estudio realizado el pasado verano por la empresa Kellogg's, en Europa ha aumentado considerablemente el número de niños que asiste a clase sin desayunar o sin desayunar suficiente, lo que afecta a su rendimiento físico y escolar, su capacidad de concentración e incluso su relaciones con otros niños. En unos casos es por la situación económica de las familias, pero en otros muchos es tan sólo una cuestión de hábitos. Desde hace tres meses, mi hijo mayor es uno de esos niños que van a clase con el estómago medio vacío.

Hasta entonces, mi hijo no daba problemas para el desayuno. Todas las mañanas se tomaba un cuenco lleno de papilla de cereales. Y, como algunas madres parece que siempre tenemos que quejarnos de algo, yo me preguntaba cuándo iba a dejar esas papillas y empezar a tomar desayunos de mayor. No sabía yo la que me esperaba en la siguiente fase. Un día el niño se levantó y dijo que la papilla no la quería, que quería leche con galletas. Uy, qué contenta me puse. Hala, fuera la dichosa papilla.


Fuente: Pixabay

Durante algunas semanas la cosa fue bien, pero desde primeros de diciembre empezó a remolonear con el desayuno. Hay días que no prueba bocado y otros que consigo que se tome un par de galletas y un sorbo de leche para lo que necesita... ¡más de media hora! He probado de todo. Lo primero, fue cambiar la disposición del desayuno. Antes lo hacía en el salón, viendo los dibujos. Ahora desayuna en la mesa conmigo (para mí es peor, porque voy más lenta, pero a ver si, viéndome desayunar, se anima), aunque debo reconocer que todavía le pongo dibujos en el ordenador. He intentado quitárselos, pero entonces empieza con una rabieta monumental. Es mi asignatura pendiente.

Un desayuno equilibrado debe incluir fruta, cereales y lácteo. Debo decir que a mí siempre me ha gustado desayunar bien. Soy incapaz de salir de casa con el estómago vacío. Tomo una pieza de fruta, té o cola-cao y un par de tostadas. Lo siguiente que intenté es ofrecerle cosas distintas: fruta, leche, yogur, batidos, zumos, tostadas, galletas, bizcochos, sándwiches, jamón y hasta tortilla de patata... Incluso le he ofrecido volver a la papilla de cereales. Nada que hacer. Ni siquiera el fin de semana, que su padre se une a los desayunos, se anima. Algún sábado hemos intentado hacer tortitas y ni las prueba. Total, que se va al cole con el estómago medio vacío. Allí les dan un desayuno a media mañana, pero apenas come nada tampoco. Y, claro, llega la hora de la comida y devora.

Al principio pensé que era una fase y he llegado a relacionarla con los celos que siente por el pequeño (sí, sí, no me repito que ya he hablado mucho de eso y podéis leerlo aquí). Pero las semanas pasan, no puedo obligarle a abrir la boca y masticar y ya no se me ocurren más tácticas que aplicar. El desayuno es muy importante. Proporciona buena parte de la energía que se consume a lo largo del día, además de aportar muchos nutrientes necesarios para el correcto desarrollo y crecimiento de los niños. Me preocupa que se acostumbre a no desayunar y le acabe pasando factura.

Y vuestros hijos, ¿qué tal desayunan? ¿Se os ocurre alguna idea para que mi hijo mayor vuelva a desayunar?
 
Edito a 15/11/2015: Como muchos padres llegáis a este post preocupados porque vuestros hijos no desayunan y me escribís para contármelo, he escrito un nuevo post, porque... ¡lo hemos conseguido! Sí, mi hijo ya desayuna. Espero que mi experiencia os sirva de ayuda, así que me tomo la libertad de dejaros algunos consejos en este post.