Últimamente parece que todas las novelas que leo tienen como
protagonista a la anti-heroína, es decir, a la mala de la trama. Me sucedió,
tal como comenté en otro post, con Las dos señoras Grenville, de Dominick
Dunne, y ahora con Lady Susan, de Jane Austen. La verdad es que los malos
siempre me parecen la parte más interesante de la historia, porque sin ellos no
habría relato, así que no está mal cederles de vez en cuando el protagonismo
absoluto.
Al margen de la trama, quisiera destacar dos aspectos de la novela, que me han llamado la atención. Por una parte el desamor maternal que presenta la protagonista. Sólo muestra desprecio por su hija, a la que disfruta aterrorizando. Y, por otro lado, algunos conceptos sobre la educación femenina de la época, que Jane Austen acostumbraba a criticar en sus textos. Así, de acuerdo con la época, Lady Susan considera una pérdida de tiempo que las mujeres estudien, ya que el conocimiento “ayudará a una mujer a ganar la aprobación de algunos, pero no añadirá un solo enamorado a su lista. Después de todo, lo más importante son la elegancia y los modales (…) Los conocimientos de Frederica no deberían ser más que superficiales, y me alegro de que no se quede en el colegio el tiempo suficiente para profundizar en el estudio de alguna materia” (p. 16). De esta forma, Austen deja una vez más en evidencia el problema de educación de las mujeres de su época, cuya falta de formación académica y moral está en el origen de muchos de sus problemas.
El caso es que hoy recomiendo esta novelita corta (96
páginas), aunque, la verdad, no sé si es fácil de encontrar. Yo tropecé con
ella por casualidad en una tienda de libros de segunda mano y por 2 eurillos me
hice con un ejemplar de la editorial Alba en perfecto estado.
Escrita hacia 1794, aunque se publicó tras la muerte de la
autora, se trata de una novela epistolar, tan de moda en la época. Reúne 41
cartas escritas por los personajes principales y un epílogo. La protagonista es
Lady Susan, una viuda reciente de unos 35 años, arruinada y madre de una
adolescente. Hermosa, coqueta, manipuladora y ambiciosa, Lady Susan siembra el
caos allá por donde pasa. Destruye matrimonios, rompe noviazgos y manipula a
todos con el objetivo de lograr sus propósitos, a veces por dinero, otras por
venganza y con frecuencia, simplemente, por diversión.
Empeñada en casar a su joven hija con un hombre acaudalado,
aunque detestable, y perseguida por el escándalo, se refugia en la casa de
campo de su cuñado. La sensata esposa de éste, Catherine Vernon, es la única que
no se deja engañar por Lady Susan e intentará contrarrestar, con el mayor tacto
posible, las maquinaciones de su invitada. Al margen de la trama, quisiera destacar dos aspectos de la novela, que me han llamado la atención. Por una parte el desamor maternal que presenta la protagonista. Sólo muestra desprecio por su hija, a la que disfruta aterrorizando. Y, por otro lado, algunos conceptos sobre la educación femenina de la época, que Jane Austen acostumbraba a criticar en sus textos. Así, de acuerdo con la época, Lady Susan considera una pérdida de tiempo que las mujeres estudien, ya que el conocimiento “ayudará a una mujer a ganar la aprobación de algunos, pero no añadirá un solo enamorado a su lista. Después de todo, lo más importante son la elegancia y los modales (…) Los conocimientos de Frederica no deberían ser más que superficiales, y me alegro de que no se quede en el colegio el tiempo suficiente para profundizar en el estudio de alguna materia” (p. 16). De esta forma, Austen deja una vez más en evidencia el problema de educación de las mujeres de su época, cuya falta de formación académica y moral está en el origen de muchos de sus problemas.