Hace tres años hice el viaje en coche más horrible de toda mi vida. No fue una larga distancia: de mi casa al hospital, lo que supone un trayecto de apenas 10 minutos. Estaba entonces embarazada de 30 semanas y sufrí una importante hemorragia. Creí que mi bebé no sobreviviría. Tres años después mi pequeño corre, trepa, habla como un lorito, pinta láminas dignas de Kandinsky, hace puzles de 25 piezas, no se cansa de ver Patrulla Canina y adora la pizza, la tortilla de patata y los helados de chocolate.