Tengo la sensación de haberme pasado la mitad del tiempo de lo que llevamos de verano poniendo crema. Todos los días, varias veces al día. ¿No os pasa a todas las madres? Llega el buen tiempo, se abre la temporada de playa y de piscina y ya estás liada. Para los niños, protector solar, aftersun y la hidratante habitual. Para mí, mejor no enumero, porque la lista de cremas, a medida que avanza el tiempo, aumenta considerablemente. Lo de los niños es terrible: el mayor se mueve como una anguila, protesta, se revuelve, gira con brusquedad la cabeza en el momento que estás extendiendo crema por la mejilla y, claro, le entra en el ojo y llora... Vamos, que no le gusta nada. Al pequeño, por el contrario, le encanta lo de la crema. Demasiado. En cuanto ve un poco de crema en un brazo, la chupa con fruición. Se enfada cuando intentas impedírselo, como si le arrebataras un delicioso pastel de chocolate.
Blog sobre maternidad y literatura infantil