Ya he hablado en el blog varias veces sobre los terribles celos que se han despertado en mi hijo mayor desde el nacimiento del pequeño. He contado que a causa de los celos dejó de comer (podéis leerlo aquí) y, cuando superó esa fase, comenzó a expresar su frustración pegando, al bebé, a su padre y a mí (eso lo encontráis aquí). Con mucha paciencia, le ayudamos a ir reduciendo ese comportamiento, que antes de las navidades se había convertido en algo minoritario (hablé un poco sobre ello aquí), aunque parece que hemos retrocedido un poco otra vez.
¿Por qué repito todo esto si ya lo he contado? Pues porque es un tema que me preocupa y que condiciona la vida familiar en mi casa, así que, cuando me enteré que Historias de Pitufines estaba preparando un carnaval de blogs sobre el tema de los celos, quise aportar mi granito de arena. Para no repetir las anécdotas, dudas y problemas que ya he expuesto anteriormente, he decidido investigar un poco más lo que le pasa a mi hijo, siempre teniendo en cuenta que la psicología no es mi especialidad profesional, así que mis conocimientos en este campo son limitados. Pero San Google ofrece muchas respuestas (a veces demasiadas y muchas erróneas, pero eso es tema de otra discusión). El caso es que he encontrado abundante documentación sobre los celos infantiles y también que ha sido tratado en muchísimos blogs, lo que evidencia que es un motivo de gran preocupación para numerosos padres. Bien. No estamos solos. Nuestro hijo mayor no es un extraterrestre. Sólo un niño que busca su sitio. Como tantos otros.
Lo que me ha quedado claro es que, ante la llegada del nuevo hermano, los celos son una respuesta emocional natural: el niño interpreta que la llegada del nuevo hermanito le quita gran parte de la atención de sus padres y quiere recuperarla a toda costa. Esto se conoce como el Síndrome del Príncipe Destronado. Buscando información he encontrado otro síndrome parecido. El psicólogo francés Charles Baudouin (1893-1963) fue el primero en emplear el término del Complejo de Caín para referirse a la psicología del hijo mayor celoso de su hermano. Todos sabemos como acabó la historia, así que cuando lo he leído se me han puesto los pelos de punta. La violencia es lo que diferencia ambos complejos: el príncipe destronado tolera al intruso, sólo quiere recuperar la atención de los padres, mientras que Caín muestra conductas agresivas y puede llegar a ser necesario acudir a un terapeuta. De momento, no creo que hayamos llegado a este punto. Es cierto que a veces mi hijo pega al pequeño (ya mucho menos, afortunadamente), pero no creo que sea tan serio.
Algunas pautas a seguir
Los niños que sufren de celos pueden manifestarlo con distintas conductas, como la desobediencia, llantos frecuentes sin motivo aparente, desórdenes alimentarios o de sueño, vuelta a conductas de bebé que ya había superado, pegar a su hermano, excesivas demostraciones de afecto hacia su hermano y sus padres, cambios de humor bruscos... Mi hijo mayor no se conforma con tener uno o dos de estos comportamientos: los tiene todos (afortunadamente algunos ya los ha superado, pero otros persisten). ¿Para qué quedarte con un sólo síntoma si puedes llamar más la atención con todos a la vez? Perdonadme el sarcasmo, porque en realidad da mucha pena: está sufriendo. Mucho. Y nosotros hacemos lo que podemos, pero creo que, obviamente, no es suficiente. Porque el bebé ya ha cumplido los diez meses y aunque hemos mejorado mucho, el mayor aún no ha superado los celos. A veces me aterra pensar que no llegue a superarlos y eso condicione la relación entre ellos. Que en vez de ser buenos amigos, que compartan etapas y juegos, su relación quede marcada por la envidia y la competitividad.
¿Qué proponen los expertos? Pues hay de todo, como en botica, pero la mayoría parece coincidir en que este tipo de celos suele ser una fase normal y puntual que se supera sin plantear más problemas. Para ello es necesario un clima familiar estable y sin trato de preferencias hacia ninguno de los hermanos. Me han gustado mucho las recomendaciones que hace Pilar, del blog Maternidad Continuum, así que os dejo el enlace para que le echéis un vistazo, pero os adelanto un resumen de los puntos que considero más destacables, con algunas anotaciones de mi propia (y fallida) experiencia:
- Paciencia, mucha paciencia y tranquilidad con las conductas relacionadas con los celos (esto nosotros lo conseguimos unas veces sí y otras no. Es que sobre el papel es más fácil que en el día a día)
- Intentar implicarle con el bebé desde el embarazo (las circunstancias concretas de mi parto, del que ya he hablado en alguna ocasión, condicionaron que tuviéramos que volcarnos más con el pequeño al principio, lo que supongo ha dejado una gran huella en mi hijo mayor)
- Dedicarle tiempo a solas (mira, eso lo hacemos la mar de bien)
- No hablar de sus celos con otras personas, sólo con las de mucha confianza y sin que esté el niño presente y cuando se hable del tema hacerlo siempre en positivo (esto lo veo muy lógico).
- De vez en cuando tratarle como si fuera pequeño otra vez y crear un código secreto de amor (esto último me ha encantado y pienso ponerlo en práctica).
Redactar este post y leer distinta documentación me ha hecho darme cuenta de que los celos son algo natural, un proceso por el que mi hijo debe pasar y que, por ser tan pequeño, aún no dispone de las herramientas necesarias para afrontar la llegada del nuevo hermano. También he comprendido algunos de los fallos que estamos cometiendo (y también los aciertos) y algunas nuevas estrategias a aplicar. Espero que la próxima vez que escriba sobre los celos del hijo mayor sea para contar que desaparecieron sin dejar rastro. Pero, de momento, nos queda trabajo por hacer.
Os dejo algunos enlaces sobre el tema que he encontrado muy interesantes, por si queréis seguir leyendo sobre los celos entre hermanos.
Psicodiagnosis: Los celos infantiles
Conecta Psicólogos: Los celos. Caín y Abel
Guía Infantil: Celos entre hermanos. Niños celosos
Maternidad Continuum: ¿Cómo evitar los celos entre hermanos?
Escuela de Padres: Cómo actuar ante los celos de los hijos
Cenit, Atención Temprana: La llegada de un nuevo hermanito (artículo muy completo)
¿Por qué repito todo esto si ya lo he contado? Pues porque es un tema que me preocupa y que condiciona la vida familiar en mi casa, así que, cuando me enteré que Historias de Pitufines estaba preparando un carnaval de blogs sobre el tema de los celos, quise aportar mi granito de arena. Para no repetir las anécdotas, dudas y problemas que ya he expuesto anteriormente, he decidido investigar un poco más lo que le pasa a mi hijo, siempre teniendo en cuenta que la psicología no es mi especialidad profesional, así que mis conocimientos en este campo son limitados. Pero San Google ofrece muchas respuestas (a veces demasiadas y muchas erróneas, pero eso es tema de otra discusión). El caso es que he encontrado abundante documentación sobre los celos infantiles y también que ha sido tratado en muchísimos blogs, lo que evidencia que es un motivo de gran preocupación para numerosos padres. Bien. No estamos solos. Nuestro hijo mayor no es un extraterrestre. Sólo un niño que busca su sitio. Como tantos otros.
Lo que me ha quedado claro es que, ante la llegada del nuevo hermano, los celos son una respuesta emocional natural: el niño interpreta que la llegada del nuevo hermanito le quita gran parte de la atención de sus padres y quiere recuperarla a toda costa. Esto se conoce como el Síndrome del Príncipe Destronado. Buscando información he encontrado otro síndrome parecido. El psicólogo francés Charles Baudouin (1893-1963) fue el primero en emplear el término del Complejo de Caín para referirse a la psicología del hijo mayor celoso de su hermano. Todos sabemos como acabó la historia, así que cuando lo he leído se me han puesto los pelos de punta. La violencia es lo que diferencia ambos complejos: el príncipe destronado tolera al intruso, sólo quiere recuperar la atención de los padres, mientras que Caín muestra conductas agresivas y puede llegar a ser necesario acudir a un terapeuta. De momento, no creo que hayamos llegado a este punto. Es cierto que a veces mi hijo pega al pequeño (ya mucho menos, afortunadamente), pero no creo que sea tan serio.
Algunas pautas a seguir
Los niños que sufren de celos pueden manifestarlo con distintas conductas, como la desobediencia, llantos frecuentes sin motivo aparente, desórdenes alimentarios o de sueño, vuelta a conductas de bebé que ya había superado, pegar a su hermano, excesivas demostraciones de afecto hacia su hermano y sus padres, cambios de humor bruscos... Mi hijo mayor no se conforma con tener uno o dos de estos comportamientos: los tiene todos (afortunadamente algunos ya los ha superado, pero otros persisten). ¿Para qué quedarte con un sólo síntoma si puedes llamar más la atención con todos a la vez? Perdonadme el sarcasmo, porque en realidad da mucha pena: está sufriendo. Mucho. Y nosotros hacemos lo que podemos, pero creo que, obviamente, no es suficiente. Porque el bebé ya ha cumplido los diez meses y aunque hemos mejorado mucho, el mayor aún no ha superado los celos. A veces me aterra pensar que no llegue a superarlos y eso condicione la relación entre ellos. Que en vez de ser buenos amigos, que compartan etapas y juegos, su relación quede marcada por la envidia y la competitividad.
¿Qué proponen los expertos? Pues hay de todo, como en botica, pero la mayoría parece coincidir en que este tipo de celos suele ser una fase normal y puntual que se supera sin plantear más problemas. Para ello es necesario un clima familiar estable y sin trato de preferencias hacia ninguno de los hermanos. Me han gustado mucho las recomendaciones que hace Pilar, del blog Maternidad Continuum, así que os dejo el enlace para que le echéis un vistazo, pero os adelanto un resumen de los puntos que considero más destacables, con algunas anotaciones de mi propia (y fallida) experiencia:
- Paciencia, mucha paciencia y tranquilidad con las conductas relacionadas con los celos (esto nosotros lo conseguimos unas veces sí y otras no. Es que sobre el papel es más fácil que en el día a día)
- Intentar implicarle con el bebé desde el embarazo (las circunstancias concretas de mi parto, del que ya he hablado en alguna ocasión, condicionaron que tuviéramos que volcarnos más con el pequeño al principio, lo que supongo ha dejado una gran huella en mi hijo mayor)
- Dedicarle tiempo a solas (mira, eso lo hacemos la mar de bien)
- No hablar de sus celos con otras personas, sólo con las de mucha confianza y sin que esté el niño presente y cuando se hable del tema hacerlo siempre en positivo (esto lo veo muy lógico).
- De vez en cuando tratarle como si fuera pequeño otra vez y crear un código secreto de amor (esto último me ha encantado y pienso ponerlo en práctica).
Redactar este post y leer distinta documentación me ha hecho darme cuenta de que los celos son algo natural, un proceso por el que mi hijo debe pasar y que, por ser tan pequeño, aún no dispone de las herramientas necesarias para afrontar la llegada del nuevo hermano. También he comprendido algunos de los fallos que estamos cometiendo (y también los aciertos) y algunas nuevas estrategias a aplicar. Espero que la próxima vez que escriba sobre los celos del hijo mayor sea para contar que desaparecieron sin dejar rastro. Pero, de momento, nos queda trabajo por hacer.
Os dejo algunos enlaces sobre el tema que he encontrado muy interesantes, por si queréis seguir leyendo sobre los celos entre hermanos.
Psicodiagnosis: Los celos infantiles
Conecta Psicólogos: Los celos. Caín y Abel
Guía Infantil: Celos entre hermanos. Niños celosos
Maternidad Continuum: ¿Cómo evitar los celos entre hermanos?
Escuela de Padres: Cómo actuar ante los celos de los hijos
Cenit, Atención Temprana: La llegada de un nuevo hermanito (artículo muy completo)