Hoy traigo una nueva reseña para la sección de literatura infantil del blog. En esta ocasión os propongo un libro con un título muy educado, en el que los sueños imposibles se hacen realidad.
Título: Papá, por favor, consígueme la luna
Autor/a: Eric Carle
Editorial : Kókinos
Edad recomendada: de 2 a 4 años
"Cada noche me iré haciendo más pequeña. Cuando tenga el tamaño adecuado, podrás llevarme con ella"
Esta frase, que dice la luna, resume tres de las principales enseñanzas de este precioso cuento: la paciencia, la capacidad para conseguir los sueños que parecen imposibles y las fases de la luna. A Mónica le encantaría jugar con la luna y, como no puede alcanzarla, le pide a su papá que la coja. Lejos de considerar este deseo imposible, el padre busca una larga escalera que le permita llegar a la luna. Ésta le promete que podrá llevársela cuando sea más pequeña y aquí comienza la larga espera de Mónica, mientras la luna mengua. Por fin, el padre de Mónica puede llevarle la ansiada luna y la niña juega con ella. Pero la luna sigue menguando hasta que desaparece. Una noche Mónica ve aparecer de nuevo una finísima línea de luna en el cielo, que, noche tras noche, va creciendo hasta volver a ser tan grande como al principio.
Pedir la luna es una frase hecha para señalar cuando alguien quiere algo imposible. Pero para los niños, dotados del maravilloso don de la imaginación, no hay nada imposible. Y tampoco para los padres, por lo menos desde la perspectiva de los niños, que les ven capaces de conseguirlo todo, como si fueran superhéroes. Me gusta mucho la incorporación de la figura paterna al relato, porque con frecuencia las madres ocupan el mayor protagonismo en los cuentos infantiles, pero el padre es otro eje fundamental de la existencia del niño y, en la actualidad, ejercen, cada vez más, una paternidad activa en la crianza y educación de los pequeños frente a generaciones anteriores, que, por regla general, se mantenían al margen en estos aspectos o lo hacían de forma autoritaria.
Así, este padre convierte en realidad el sueño más alocado de su hija. Sin embargo, la niña debe aprender algo: las cosas no se consiguen siempre de inmediato. En este caso, tendrá que esperar. Y no un poco. Además, cuando consiga su deseo, aprenderá otra valiosa lección: la fugacidad de las cosas. En efecto, la luna desaparece poco a poco para desconcierto de la niña y reaparece después en su lugar habitual para seguir el proceso inverso. De esa forma, los pequeños lectores pueden observar de forma amena las distintas fases de la luna.
Este precioso cuento viene acompañado por unas magníficas ilustraciones que parecen óleos de gruesa pincelada, en los que dominan diferentes tonos de azul. Anchos brochazos de forma ondulada que dotan de movimiento los dibujos, especialmente a los cielos. La montaña y otros elementos asemejan un collage y el trabajo de las dimensiones es muy acertado. Además, incluye grandes desplegables que se abren en distintos sentidos, dependiendo de lo que vayan a mostrar.
Aquí os dejo un vídeo que he encontrado sobre el cuento para que podáis verlo: