Leo hoy en abc.es una noticia que no me sorprende en absoluto, porque no cuenta nada nuevo. Porque por todos es sabido que en España la tasa de natalidad es alarmantemente baja y no ayuda la falta de prestaciones sociales ni la dificultad para conciliar la vida familiar y laboral. Sabemos que, en comparación con el resto de Europa estamos a la cola en todos estos temas. Sabemos que nuestras empresas no facilitan la flexibilidad horaria. Que en muchas oficinas es más importante que parezca que trabajas, quedándote tres horas más de lo que corresponde, a que cumplas con todas tus tareas en tus horas de trabajo y te vayas a la hora que te toca. Sabemos que los horarios laborales nada tienen que ver con los escolares. Sabemos que tenemos unos horarios irracionales porque Spain is different y, claro, necesitamos dos horas para comer, cerrar las tiendas a las nueve de la noche y que el prime time comience a las diez y media de la noche... o incluso un poco más tarde.
Sabemos que las 16 semanas de permiso de maternidad que se dan en nuestro país son de risa, mientras que muchos de nuestros vecinos disfrutan de un permiso que les permite ocuparse de sus bebés mientras son bebés. Del de paternidad, ya ni hablamos. Sabemos que no hay plazas suficientes en las guarderías públicas (y, por lo menos en mi comunidad, son caras), que las prestaciones económicas son ridículas y la mayor parte son para minorías con rentas muy muy bajas (según la noticia de abc.es, de 24,25 euros mensuales a familias que no ganen más de 11.519 euros brutos anuales). Sabemos que ningún Gobierno se decide a cambiar la situación de las familias con una política que realmente las proteja.
Sabemos todo esto y muchas más cosas que no cuenta esta noticia (como el coste de los libros de texto o las tasas universitarias, las dificultades de las mujeres en el plano laboral, muchas relacionadas con el hecho de que son, o pueden ser, madres, y un largo etcétera de cuestiones que deberían cambiar). Lo sabemos. Pero, aún así, es desolador leer las conclusiones de los últimos estudios del Instituto de Política Familiar, que nos dice, una vez más, que Europa es cada vez más vieja y sólo destina 1 euro de cada 13 a las familias, que en la UE no hay reemplazo generacional, que en España priman los hogares solitarios (en seis de cada diez casas no hay ningún menor) y tenemos pocos hijos y tarde (la edad media de las madres primerizas está en 31,6 años y el índice de fecundidad es de 1,3 hijos por mujer) y que no sólo tenemos pocas ayudas, sino que además se han reducido las pocas que había.
Me gustaría creer que informes como éste servirán para cambiar algunas cosas. Para abrir los ojos a aquellos que manejan presupuestos y hacen las leyes. A lo mejor en otros países el toque de atención dado ayer en el Parlamento europeo les impulsa a hacer cambios. Pero creo -y me encantaría equivocarme- que aquí nos vamos a quedar con las ganas. Como siempre.
PD: No creo que las bajas tasas de natalidad o las dificultades que encuentran las familias se deban sólo a estas cuestiones. Habría que tener en cuenta otras variables, pero, sin duda, todo esto influye mucho.
Sabemos que las 16 semanas de permiso de maternidad que se dan en nuestro país son de risa, mientras que muchos de nuestros vecinos disfrutan de un permiso que les permite ocuparse de sus bebés mientras son bebés. Del de paternidad, ya ni hablamos. Sabemos que no hay plazas suficientes en las guarderías públicas (y, por lo menos en mi comunidad, son caras), que las prestaciones económicas son ridículas y la mayor parte son para minorías con rentas muy muy bajas (según la noticia de abc.es, de 24,25 euros mensuales a familias que no ganen más de 11.519 euros brutos anuales). Sabemos que ningún Gobierno se decide a cambiar la situación de las familias con una política que realmente las proteja.
Sabemos todo esto y muchas más cosas que no cuenta esta noticia (como el coste de los libros de texto o las tasas universitarias, las dificultades de las mujeres en el plano laboral, muchas relacionadas con el hecho de que son, o pueden ser, madres, y un largo etcétera de cuestiones que deberían cambiar). Lo sabemos. Pero, aún así, es desolador leer las conclusiones de los últimos estudios del Instituto de Política Familiar, que nos dice, una vez más, que Europa es cada vez más vieja y sólo destina 1 euro de cada 13 a las familias, que en la UE no hay reemplazo generacional, que en España priman los hogares solitarios (en seis de cada diez casas no hay ningún menor) y tenemos pocos hijos y tarde (la edad media de las madres primerizas está en 31,6 años y el índice de fecundidad es de 1,3 hijos por mujer) y que no sólo tenemos pocas ayudas, sino que además se han reducido las pocas que había.
Me gustaría creer que informes como éste servirán para cambiar algunas cosas. Para abrir los ojos a aquellos que manejan presupuestos y hacen las leyes. A lo mejor en otros países el toque de atención dado ayer en el Parlamento europeo les impulsa a hacer cambios. Pero creo -y me encantaría equivocarme- que aquí nos vamos a quedar con las ganas. Como siempre.
PD: No creo que las bajas tasas de natalidad o las dificultades que encuentran las familias se deban sólo a estas cuestiones. Habría que tener en cuenta otras variables, pero, sin duda, todo esto influye mucho.