El martes las profesoras se llevaron a los chiquitines de 2 y 3 años al teatro a ver una obra para bebés. Era su primera salida escolar y los días previos hubo mucho revuelo. Como el bebé estaba malito, mi suegra me hizo el favor de acercar al mayor al cole y volvió contando que aquello era un caos de padres, pero que los niños iban de lo más formalito, organizándose para subirse al autocar que les iba a llevar al teatro.
Le recogí a la hora acostumbrada. Iba muy contento y le pregunté qué tal el teatro. Era la primera vez que iba a ver una obra de ese tipo, porque conmigo sólo ha ido a cuentacuentos, así que yo estaba muy ilusionada, porque me gusta mucho el teatro y quería que mi hijo tuviera una buena primera experiencia. "Había una casa y un señor que se echaba agua en la cabeza", me explicó muy seguro. ¿Y qué es lo que más te ha gustado?, indagué. "El autobús", contestó sin pensárselo. Me quedé perpleja. ¿Salía un autobús en la obra?, quise saber. Ingenua de mí. Lo que más le había gustado era el autocar, cruzando la ciudad con otros niños mientras cantaban canciones con las profes. Otra primera experiencia para mi hijo y, por lo que se ve, mucho más impactante que lo que sucedía en el escenario.
Le recogí a la hora acostumbrada. Iba muy contento y le pregunté qué tal el teatro. Era la primera vez que iba a ver una obra de ese tipo, porque conmigo sólo ha ido a cuentacuentos, así que yo estaba muy ilusionada, porque me gusta mucho el teatro y quería que mi hijo tuviera una buena primera experiencia. "Había una casa y un señor que se echaba agua en la cabeza", me explicó muy seguro. ¿Y qué es lo que más te ha gustado?, indagué. "El autobús", contestó sin pensárselo. Me quedé perpleja. ¿Salía un autobús en la obra?, quise saber. Ingenua de mí. Lo que más le había gustado era el autocar, cruzando la ciudad con otros niños mientras cantaban canciones con las profes. Otra primera experiencia para mi hijo y, por lo que se ve, mucho más impactante que lo que sucedía en el escenario.