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El bebé prematuro: un ritmo más lento

Hace meses que quiero escribir un post que no llega. Permitidme esta licencia creativa, porque en realidad, no quiero escribir el post, quiero vivir un determinado momento. Quiero que mi bebé se voltee. Sí, habéis leído bien: quiero que se dé la vuelta, que estando tumbado sobre la espalda se dé impulso y se coloque boca abajo. Ah, me diréis, no tengas prisa, cada niño tiene su ritmo. Y yo lo sé. He repetido ese mantra hasta la saciedad, creyéndolo sinceramente. Lo he dicho refiriéndome a mi hijo mayor, a hijos de amigas y a hijos de blogueras que sigo. Lo he dicho, creyendo de verdad en ello, cuando un niño ha hecho algo antes o después de lo que dicen las tablas, sabiendo que éstas son meramente orientativas.

Aún lo creo, debo puntualizar; cada niño tiene su ritmo y más aún cuando hablamos de los bebés prematuros. Soy muy consciente de ello y no sólo porque me lo digan los médicos y lea artículos y post sobre el tema. Lo veo día a día. Los médicos dicen que los bebés prematuros tienen hasta los dos años para ponerse al día con los nacidos a término. Es un plazo largo y aún nos queda mucho tiempo. Pero a veces no puedo evitar una punzada que me espolea la paciencia. Mi hijo pequeño tiene ya 9 meses y medio y aún no se voltea a pesar de que hace meses que le estimulamos, tanto nosotros en casa como en las sesiones de rehabilitación a las que acudimos puntualmente todas las semanas (al principio una sesión semanal, después dos días a la semana) desde que salió de la UCIN con mes y medio. Las tablas dicen que los bebés aprenden a darse la vuelta en ambos sentidos entre los 4 y los 6 meses. Sé que el retraso está empezando a tomar otro cariz, porque en rehabilitación nos han aconsejado que solicitemos plaza en un centro de atención temprana.

Por supuesto, no es sólo el volteo. Por ejemplo, su peso y talla aún no se corresponden a los de su edad, no le han salido los primeros dientes y tampoco se coge los pies, algo que también suelen hacer los bebés hacia los 6 meses. Hace una semana ha empezado a cogerse las rodillas y la fisio me ha dicho que es el primer paso, porque de ahí van bajando hasta llegar a los pies. Cuestión de tiempo. Otra frase que me repito a mí misma desde hace meses mientras practicamos estiramientos, rotaciones y otros ejercicios que me enseñan en rehabilitación. Tardó meses en conseguir un giro completo de cabeza en ambos sentidos y ahora lo hace con una facilidad asombrosa, exactamente como cualquier otro bebé. Sé que lo demás no tiene que ser diferente.

En las últimas dos semanas ha mejorado mucho, pero aún no se da la vuelta solo, sin ayuda. Y es que los bebés tienen que aprender un montón de cosas y fortalecer una gran cantidad de músculos antes de hacer ese ejercicio. Con mi hijo mayor fue tan mecánico que no aprecié el inmenso aprendizaje que hay que hacer. Solemos recordar los hitos que consideramos importantes (sonreír, sujetar la cabeza, gatear, andar, hablar...), pero ahora he aprendido a valorar otros aprendizajes, pequeños e imprescindibles: cómo evolucionan la posición de los codos o del centro de gravedad sobre el que apoyan sus cuerpos, la importancia de extender las palmas de las manos, de disociar la cintura del tronco. Lo aprenden todo: a girar la cadera, doblar la rodilla, cruzar el brazo hacia el hombro contrario...

Cuando me flaquea la paciencia, mi marido, que es más prudente y más sabio, me dice que él está tranquilo, porque, después de todo lo que pasamos cuando nació, el pequeño está aquí y es un niño sano, despierto y alegre. A él eso le resulta suficiente y confía en que lo demás ya llegará. Sé que es la postura sensata y correcta y la mayor parte del tiempo estoy de acuerdo con él. Sólo en algunos momentos, como hoy, me entra la prisa por ver que mi bebé hace lo mismo que la mayoría, que va superando esos dos meses que le faltaron en el vientre. Una pequeña flaqueza. Mañana volveré a pensar con calma que todo llegará, que cada niño tiene su ritmo, pero que finalmente nuestro bebé, pese haber sido prematuro, se volteará y caminará y hablará como hacen todos los niños, sólo que un poco más tarde y con algo más de esfuerzo por su parte y por la nuestra. Y tal vez dentro de unos días o unas semanas pueda contaros que mi pequeño se da la vuelta o le ha salido su primer diente o ha descubierto que tiene pies.

Edito: Hoy, 20 de enero, es decir, dos días después de haber publicado este post, me como mis palabras una a una. Las mastico bien y me las trago por meteprisas. Porque hace escasamente 20 minutos mi hijo pequeño se ha dado la vuelta él solito, sin ninguna ayuda, para coger una pelota. Ha sido uno de los momentos más emocionantes que recuerdo. Después de gritar como loca y de comerle a besos, he llamado a mi marido, que se ha alegrado muchísimo a su británica manera: "¿Ves? Si ya te decía yo que lo haría. Hala, corre a cambiar el post" (porque desde que le conté que tenía un blog, lee todo lo que escribo). Un hurra por mi chiquitín, que después de tamaño esfuerzo ha decidido echarse una bien merecida siestecita.